Érase una vez un aprendiz de guitarra que estaba muy ilusionado experimentando a tocar su preciosa guitarra.
Acudía una vez a la semana a una clase en grupo con otros principiantes como él. Todos novatos.
Había aprendido dos acordes y estaba entusiasmado con la posibilidad de tocar una canción con esos acordes.
Para ello tenía que conseguir cambiar entre los dos acordes que ya sabía.
Los acordes eran LA mayor y MI mayor.
Su profesor le había dicho que cuando dominase el cambio de acorde ya podría empezar a practicar alguna canción.
¡Era lo que más deseaba, tocar una canción con la guitarra!.
¡Por fin iba a conseguirlo!
Así es que esa semana practicó y practicó cada día, deseoso de acudir a la próxima cita con el profe.
Y llegó el día de clase.
El profesor les pidió a los alumnos que le mostrasen el cambio de acorde entre LA y MI manteniendo un rasgueo uniforme.
Uno a uno fueron mostrando lo que eran capaces de hacer.
Cuando le tocó el turno a nuestro aprendiz fue incapaz de mantener un rasgueo uniforme con el pulso que marcaba el metrónomo del profesor y cambiar de acordes.
– ¿Pero por qué no me sale?
Se preguntaba.
– ¿Si he practicado todos los días de la semana?
– ¡Incluso varias veces al día!
Analizando la situación
La realidad es que no podía mantener un ritmo uniforme de rasgueo y cambiar de acorde.
Rasgueaba dos pulsos rápidos en el primer acorde, paraba el ritmo y se tomaba su tiempo para cambiar de acorde, y volvía a rasguear dos pulsos rápidos antes de volver a parar y cambiar de acorde.
El profesor quería averiguar por qué las prácticas de la semana no habían dado su fruto con el cambio de acorde y le pidió al principiante que le mostrase cómo realizaba los ejercicios en su casa.
¿Te imaginas lo que descubrió?
¡Que practicaba exactamente eso!
Rasgueaba dos pulsos rápidos en el primer acorde, se tomaba su tiempo para cambiar de acorde y rasgueaba dos pulsos rápidos en el segundo acorde. Volviendo a tomarse su tiempo para cambiar nuevamente de acorde.
No le hacía ni caso al metrónomo.
Retomando el camino correcto del cambio de acorde
Una vez finalizada la «exhibición» el profesor le preguntó si en casa había practicado con metrónomo.
– No.
Fue la respuesta del principiante.
– Llevaba el pulso con mi pié. Es lo mismo. Y por no levantarme a sacar el metrónomo de la funda de la guitarra …
– Aha. Bueno y ahora dime cómo os mostré que teníais que practicar, le pidió el profesor
El alumno apoyó el dedo índice en sus labios y mirando al techo fue encontrando en algún rincón de su cabeza la «tarea del cambio de acorde» de la semana anterior.
– Practicar con metrónomo …
– Empezar a la velocidad más lenta …
– Tan despacio que salga bien el ejercicio
– Un rasgueo por pulso del metrónomo (o cada dos, tres o cuatro si la velocidad mínima del aparato es rápida para realizar el ejercicio bien)…
– Cambiar de acorde cada dos rasgueos…
– Y terminar incrementando la velocidad del metrónomo conforme sale el ejercicio.
El profesor asintió con la cabeza y le dijo:
– ¡Enhorabuena!
– Sabes que se trata de practicar de manera que salga bien el ejercicio y sabes el proceso.
– Muéstrame cómo vas a practicar en tu casa durante esta próxima semana .
Y el principiante y el profesor se enfrascaron en asegurarse mutuamente una práctica correcta del ejercicio del cambio de acorde.
Las prisas por conseguir tocar una canción con un par de acordes habían acelerado los rasgueos de las prácticas del principiante pero sin seguir ninguna de las recomendaciones que le había dado su profesor. Sin seguir el objetivo principal del practicante de guitarra que es hacer BIEN los ejercicios.
Nuestro aprendiz de guitarra descubrió que no basta con practicar sino que hay que hacerlo bien.
Y es lo que quiero que sepas desde tus primeras prácticas.
Tu principal objetivo como aprendiz de guitarra no es practicar y practicar, como machaconamente insistimos los que enseñamos sino…
Practicar BIEN y practicar BIEN.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado. ¿O quieres continuarlo con alguna «experiencia» tuya parecida?
Utiliza los comentarios. ¡Son todo tuyos!
es un excelente comienzo porque se sientan buenas bases y todo lo demás será bien
Así es José, si sientas una buena base facilitas enormemente el progreso.